Dragones malditos
sedientos
de odio y sangre
venid a mí! destrozad
con sus garras de acero
aquel envoltorio de piedra
que es armadura, escudo,
y re cubre mis huesos de oro,
porque deseo
con mi resplandor osamental
llamar la atención
de aquella dama de fuego
que con su espada de justicia
dará calor a mi osamenta
derritiéndola,
así resucitare de la miserable
y hermosa oscuridad
para amarla eternamente.