La distancia me acercó a tu dimensión.
El olvido no llega, y la desesperanza de retornar, en este mar de incertidumbres a la calma, es cada vez mayor.
Venus y Saturno coquetean en el cielo, rodeados de mil estrellas.
Envidio esa atracción tan particular y parecida a la que protagonizaron nuestros corazones.
Vestigio de una lejana lluvia de estrellas, que destella en un instante cuando nos miramos a centímetros, y que se transforman en largos días de no verte y no saber de ti.
Silencio que atraviesa el alma, cual daga que hiere la hora de tu partida, dejando mis ganas en vilo.