Donde estabas
ese día que llegué
después de caminar por el sendero rojo
que me señaló el baqueano
una hora exacta de helechos
hasta que bajé la escalera
vieja de tierra nomás
de palos podridos nomás,
hacía tiempo que nadie llegaba
allí...
y de pronto el ronronear
frondoso entre la vegetación
de esa cascada donde
nació otro vacío
que ya nada puede llenar.
Donde estabas Dios...
ojalá y espero
mirándome contento
por tu asombrosa creación.
Para MARIA HODUNOK en su cumpleaños.