Yo quiero creer
que los árboles
no son sólo un objeto que hace sombra
como un muro o un paraguas,
y que escribir no es un golpe nomás
contra un botón cuadrado,
porque en el árbol está la sabia
que viene de la lluvía y la lombriz,
y en la letra están la historia
y el amor y la mentira.
Yo quiero creer
que los días no son
sólo un punto, como una abeja de colmena
hecha por el olvido,
porque un día
fue conquistada Roma, y un día
pisó una bota la luna y un día, ¡también!
fue mi primer beso de amor.
Yo quiero creer
que dormir no es cerrar los ojos
y estar solo en un limbo negro
y que despertar no es
abrirlo otra vez
al fulgor amarillo
reciclado de los días,
ah, porque en el sueño
me he encontrado
con mis monstruos del terror
y allí mismo los he visto morir,
y en el sueño he conversado
con los muertos y lo irreal,
ah, y porque de día
es que sale el sol y también es día
cuando al fin se oculta.
Yo quiero creer
que lo oscuro es mucho más
que sólo plana ausencia de luz,
y que el silencio es también
más que un vacío interminable,
porque en lo oscuro están los fantasmas
y los rostros que no existen,
porque en el silencio está la sangre
empujándose en las venas
y en el silencio se oye la voz
más tenue del recuerdo.
Yo quiero creer
que la vida no es
sólo un viejo camino
que termina en la muerte,
ah porque en la vida ocurre toda
una porción del universo
y de la muerte nadie sabe
si es el fin
o un nuevo comienzo.