Quizá el destino
no sea más que una palabra dejada al descuido del azar,
la desnuda ingravidez de todo origen,
el silencio perpetuándose como coda de lluvia,
un peso con espasmos de vacío,
el presagio de una ave sombría perfilándose bajo un cielo vertical,
el sueño de lo eterno que da tierra a la derrota,
el tonante murmullo de la piedra,
el sórdido desplome de una lágrima,
un resplandor de pólvora como difuso latido de la noche,
una remota península en los cielos,
las aguas divididas de la tierra...
Quizá el destino
no sea más que la vida como caudal y única certeza,
un pretexto para vivir a un paso de la muerte,
una ocasión para apurar el amor con los ojos cerrados.
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