¡cuán peligrosa la humildad mal concebida!
Como un maldito hijo de verdugo se muestra
Malparido por la ciega razón
Y como padre tiene la vanidad del ego oculto,
Incluso en los rostros de los obtusos religiosos
Que les encanta escuchar los halagos humanos
y los confunden con la voz del mudo Dios,
como diría el Juglar moderno Facundo Cabral:
\"Doy la cara al enemigo y la espalda al buen comentario
porque el que acepta un halago empieza a ser dominado,
como el hombre hace caricias al caballo... Para montarlo\"
Espiritualmente también es aplicable.
Que Dios nos ayude a ser sordos a los halagos humanos
Que nuestros oídos se cierren al dulce paladar mundano
Que asesina el verdadero espíritu de sinceridad
Y nos envuelve en oculto orgullo disfrazado de humildad
Que hace nacer la falsa modestia,
¡Que no use de cuna tu corazón!
y que confunde la sencillez con la simplicidad.