Esto no es un poema,
es una aberración.
De cuando encontré resistencia,
escalando por montañas de barro.
Atravecé miradas despiadadas de halcones,
Y el cielo se acercaba
entre mis miles de caminos.
Ninguno brilló más que el sol.
Por eso esta indesición de no saber si continuar subiendo.
Y aquí... campeando el hombre...
Me escapó, si, de el deseo suicida que sube de mi estomago a mi garganta.
Porque entre tu retina me condenso en deseos reprimidos y dedos mojados.
En el encéfalo de mi mundo
estoy muerto otra vez;
Cuando me encuentro alejado de mis sueños
Estoy listo para ponerme la corbata.
Cuando decido caminar,
aferrado a la música de mi alma nauseabunda,
bebiendo el sudor que el sol me entrega en gotas de sales cósmicas.
Y ya no está más tu mirada,
pajarraco asesino,
te has transformado en cuervo,
y me ignoras
mientras el barro sucumbe en mis hombros.