Salutación.
¡Oh salve mujer! ¡salve!…
Mi inclinación reverente no es infundada,
sos el todo y el origen de mi todo
sin vos no tendría historia,
sin vos no tendría existencia,
Mujer; madre tierra,
arquitecta, vivandera, combatiente…
sos todo lo que se ha construido hasta hoy
y lo que se continuará construyendo
mañana por la mañana;
la vida, las danzas,
las carreteras y las arenas del mar,
los próximos poemas,
canciones y ciudades…
Mujer;
has forjado nuestra historia desde siempre,
hasta llegar a ser ella misma
alzando nuestras banderas
en las manos de Rafaela, Blanca y Arlen,
en las de Mildred, Neysi
y el resto de las estrellas y luceros
que hoy brillan en los limpios cielos
veraneros de nuestra patria.
Mujer;
tus manos abiertas inventaron las caricias,
las flores y las piedras
y hechas puños parieron a los hombres
y a más mujeres que hicieron posible
la buena hora de la revolución
y la certidumbre de un futuro esplendoroso.
Mujer; vientre nuestro,
sin vos no tendríamos ni luz ni sombra,
sin vos no tendríamos ni tiempo ni espacio,
todo sería un sin yo y un sin nosotros.
¡Oh salve mujer! ¡salve!…
mi inclinación reverente por vos
está muy bien y respetuosamente
fundamentada.