Julián Valdés Vásquez

Rizos dorados

Divaga cálida la noche

bajo un soneto alborozado,

vislumbro ante el candil

sus rizos de fértil dorado.

 

Emanan cautiverio acerbo,

se pone el latir alebrestado,

levanta el pecho, aúpa el aire,

sucumbe un jadeo amilanado.

 

Conmovido con su danza,

conmovido con su sensualidad,

apuesto ante la salacidad

mi derrota ardiente y fugaz.

 

He caído ante su efigie,

ante sus rizos entrelazados,

respiro hondo y lento

saboreando el dulce incienso

de girasoles impregnados.

 

Persigo su retozo absorto

sonriendo al albor enardecido,

anhelo frenético y fundido

la concesión de su cabellera,

que si en esta aurora me diera

moriría ante su felpa tendido;

recorrería su albina quimera,

abrazaría los párpados al olvido,

y ante mis fosas su melena

con su perfume a mi gaznate asido,

entremezclo su cuerpo al mío,

me hago dueño de esos rizos

áureo erótico teñidos.