Así, despacito y sin darme cuenta
te fuiste metiendo en mi mente,
y sin abrirte la puerta,
me fuiste robando el alma.
Despacito, muy despacio...
sentí el aroma de tu piel
y con la tibieza de tu cuerpo,
me entregué perdidamente
en la suavidad de tus manos.
Así, en un instante de vida,
abandoné mi soledad
y deleitada en tu dulzura
me he convertido en tu amante.
Hoy con vehemencia pides
que ante Dios y ante los hombres,
perpetuemos esta entrega,
en alianza marital.
Yo, con con el corazón henchido,
muy segura de tu amor
porque eres a quien buscaba
te digo si, hasta el final del camino,
estaré siempre contigo, amor mío.