Las puertas carnosas del edén,
se abren como temerosas
mostrando respeto por mí,
permitiéndome salir de mi morada
hacia un averno de lujuria,
me encuentro solo
y ajeno al lugar,
otros al igual que yo,
lo hacen de la misma manera,
están cruzando el portal,
millones de espectros
que por mi fragilidad
y delicadeza mental
puedo temerles,
me sujetan de los brazos
y me adentran
hacia el corazón del laberinto,
…mi laberinto,
aquellos que ya lo hicieron
antes de mí, buscan con dolor
y desesperación la salida,
yo, comienzo a caminar sin rumbo,
escucho lamentos,
gritos lastimeros y llantos
sangrientos de dolor,
a mi alrededor observo
nada más que muros,
gigantes de filosas espinas,
y en el suelo,
grietas extensas de las cuales
nacen rejos negros;
…cada uno de nosotros
tiene sus propios laberintos.
Mientras continúo caminando,
el tiempo, la vida y la muerte,
me acompañan fragmentándome
el destino, …cada panel
por mi resuelto, es un triunfo,
una esperanza de seguir vivo,
oportunidades a mi favor;
ha pasado, y he pasado
mucho tiempo
recorriendo este lugar,
no se en cuantas ocasiones
he derrotado al minotauro
el cual se nos asigna,
la experiencia adquirida
me favorece aún más,
…y por fin, atravesé
el último muro de esta
prisión espiritual, observo
con horror y asombro
al laberinto maestro,
el cual posee en su interior
millones de cuerpos y almas,
todos mutilados, algunos,
inertes, agonizantes,
y cadáveres putrefactos
con expresión
de desesperación,
dolor y terror,
...a muchos de ellos,
los conocí en el pasado.
Continúo el camino,
solo el dolor y la esperanza
van delante de mí,
las lágrimas, caen
y van marcando el camino
con un brillo tenue pero fijo,
esa es mi recompensa a la valentía,
de esta manera, mis generaciones
seguirán el rastro dejado
y no se perderán, mientras tanto,
yo intentare llegar al final,
allá, en donde nace
la luz cegadora que destroza
toda oscuridad, y asesina
los recuerdos de dolor.