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Imagino un mundo.

Imagino un mundo humano,
sin guerras intelectuales,
ni ataques al arte.

Un mundo con noticias buenas
sin muertes constantes,
ni accidentes que den pena.

Ahí:

Los ruiseñores cantan
alegrando las almas de alrededor
entregando lo puro del amor.

En los lagos saltan los peces,
felices alimentan al peregrino
sin ningún toxico peligro.

Los hombre caminan sonrientes
entre mujeres amadas, queridas
y ellas con su todo, simplemente quieren.

Los niños, los más amorosos,
disfrutan de los fragmentos del viento
entre sus pupilas de colores,
viviendo como siempre fueron
risueños, divertidos y alegres.

Las ciudades se pintan de átomos verdes,
por doquier se ven los árboles,
jardines colgantes, con flores gigantes.

Amigos se vuelven los animales,
los seres  verdes que florecen,
y el hombre que aprende.

Los ruidos se disipan,
la furia en los abismos se pierde,
el corazón humano late fuerte.