Tus manos
tan jóvenes como tu alma ,
tan delgadas y estéticas.
Tus manos que hablaron
el idioma entendible
entre tu cuerpo y el mío.
Tus manos que me mintieron
para protegerme de mi,
que me empujaron sin compasión
para alejarme de ti.
Tus manos que me cerraron los ojos
el día de mi muerte irreverente
en la angostura de tu cama
en la postura más indecente.
Tus manos ternura de madre
que al tocarme me amedrentaron.
Cuchillos filosos, dagas brillantes
que por fín un día me aniquiláron.