Se muere mí pueblo, por la corrupción de sus hijos, los parió esta tierra, les dio sus raíces, para que crecieran y se hicieran fuertes, les dio, sus hojas para que, llenaran sus pulmones de aire con olor a mar, con olor a libertad, les dio sus troncos, para que se apoyaran y florecieran , los colmo de hermosura, para ser admirados, los lleno de riquezas para que fueran fuertes y felices, les dio todo un mundo, lleno de mar, de brisa, de folklor, de cununos, de marimba, de guasa , los lleno de colores intensos, que caen en lo más profundo de su cordillera, iluminando esta bahía de matices destellante, luminosos, que hacen de ella, un lugar de belleza sin igual, pero se volvieron corruptos, arrancando sus raíces de la tierra, destrozando su alma, cada hoja, cada suspiro, cada sueño, cada esperanza, cada ilusión, para convertirse en verdugos sin corazón y sin piedad, de toda una comunidad.
Buenaventura sangra de indiferencia, al ver a su misma sangre, destruirla, sin un mísero remordimiento de compasión; ella no se merece ser destruida por su propia gente. Esta tierra me pide que grite con todas mis fueras, que se desgarre mi garganta, hasta que no poder más, que se escuche hasta el último con fin de esta tierra, que está viva, que quiere vivir, quiere respirar, que escuchen todos, que ella está aquí y que sufre amargamente, que llora en silencio, que está herida de muerte, que ya no puede más, que la están matando, poco a poco, paso a paso con cada, mal manejo que hacen de sus recursos, sus descendientes, con su avaricia, su ego, miseria, su egoísmo, su despotismo, su crueldad.