Zoraya M. Rodríguez

**~Mini - Cuentos XIII~**

Había una vez un atrio en la parte trasera de su casa. Él, en su naturaleza se enamora de un carrito que corría de veloz a velozmente y todo en el atrio de su casa. Y se dice que en vez de enamorarse de una niña quedó enamorado de su carrito de juguete. Creció y nunca quiso enamorarse de nadie más. Quedó siempre su corazón entre el atrio y su vida.

Moraleja: “El amor siempre será lo que sientas en el corazón”.

 


Había una vez una vendimia de uvas. La cosecha se hizo real. Se cosechó hasta el amanecer. Y se dice que un joven llegó a sentir el amor real y verdadero porque de la uva sale el vino.



Moraleja: “La cosecha tiene sabor”.

 

 

 

La casa de Raúl. Era una casa en la playa. Él era un gnomo o duende. En esa casita él pernocta hasta que el mar embravecido arropó a su hogar aunque fuera tan alto el cedro, pero, comoquiera la atrapó el mar enfurecido y cayó la casita, el gnomo sobrevivió pero nunca más tuvo otra casita como esa.



Moraleja: “El mar es más fuerte”.



 

Había una playa en la parte del oriente. Un joven que con una herramienta saca el oro de la arena. Encuentra la perla rosada en la arena. Y se da cuenta que la perla no era una perla. Sino que era una fantasía de perla. La toma y se la lleva como si fuera oro. La perla le habla, y le dice, .-”si me quieres yo te daré todas las perlas del mundo”-. El joven la echó de su casa y le cayó la mala suerte por un tiempo. La buscó con la herramienta y le hizo caso. Y le dió todas las perlas en la arena de la playa y fue muy rico.


Moraleja: “No todo lo que se cree es lo cierto y no todo lo que ves es la realidad”.

 

 

 

Había una vez un invierno muy frío. Era el equinoccio más largo de la temporada era un solsticio hiemal. Juan confecciona un abrigo en crochet y decide ponérselo para calentar a su piel y decide que si vá al mar sentiría la fuerza del invierno más pegado a su piel. Pero, no vá y decide pasar por el cine y tampoco vá. Decide ir al jardín y nota que la flor de invierno tenía pétalos caídos por el suelo y yá marchitos. Le dá su abrigo a la flor y él queda varado observando que la rosa de su jardín se ponía bella y hermosa y no le importó que él se quedara sin abrigo y con todo ese frío invernal.




Moraleja: “El abrigo de Juan y abrigó a alguien muy importante y es otra vida más: la rosa de su jardín”.

 

 

Había una vez en un lago cerca del oriente. Pedro y Juan juegan al barquito, aparece un cisne blanco como la espuma y lo llaman “el cisne dorado”, porque se encontraba en “el lago dorado”. Y juegan con el cisne blanco como la espuma del mar. Y el cisne revoloteaba y hacía chispas desde sus patas agudas y traseras.



Moraleja: “Quizás algo que veas te haga más feliz que otra cosa”.

 

 

 

Había una sombrilla rosa. En la cual, caía lluvia en ella. La sombrilla estaba rota y las gotas caían desde fuera hacia adentro. La sombrilla rota cae en un diluvio y caen gotas gruesas por el roto. Ella, decide guarecerse en una tienda y compra otra sombrilla. No tuvo más suerte que la suerte de cobijarse bajo una sombrilla. Pero en su vida no tuvo mas que penas y dolores porque toda la buena suerte era por aquel roto.



Moraleja: “No todo lo que dejas es malo para tí”