Si sucumbiera al sueño
O al amor, o a las lecturas, o a la borra de una noche
Como ojeras necrotizadas de algún futuro,
Y alguna de estas perdiciones (o todas)
Le llevara -lloviese- a algún desquiciado puerto;
Si se arremangara las torpe camisa del deber
Para entrar en el fango de las memorias
Y cantar con su voz tímida, estropeada,
Su linaje de penas y falencias;
Si bastase con el fruto robusto del presente
Para alimentar su pueblo, inane y estupefacto;
Si en lo florido de tanta deserción
Alguna verdad emergiese como un doblón de su cofre interdicto;
Si en el fondo de sus madrigales se revolviese
Contra sí mismo, muerto y vengativo,
Como aún en el vientre de una madre.
Hubiera aquí, latente, alguna extremaunción vaticinando
Ese deseo que no revuelva, que no emerja, que no alimente,
Que no baste, no cante, no arremangue, no entre ni salga,
Pero que no sucumba al estirarse (perro cansado) en el futuro,
En la plena noche necrotizada,
En la ojeriza lectura de borras del amor,
En el sueño que le protege, asfixíandole con la almohada
Como a un recién nacido.