Escucho con temor,
el eco lastimero
de truenos
en la tempestad,
al interior de mi cabeza,
resuenan
y arañan la razón,
una escalofriante tristeza,
sacude mi cuerpo
como presintiendo la muerte,
dividiéndome en dos el alma,
soledad y silencio
en el fondo de la nada;
tu rostro desaparece
lentamente en los abismos
de mi memoria,
el tiempo,
es asesino de sentimientos
yo, su ingenua víctima;
…con el alma destrozada,
el corazón aun palpita
entre mis huesudas manos,
porque tu adiós
me deja huérfano de amor
en el limbo, sin cielo,
sin infierno.