¿Cuál es el poder del humano
al humillar a un semejante?
¿Cómo se presenta el valor
al insultar al prójimo?
¿Quién es capaz de disfrutar
el sentimiento al maldecir?
¿Por qué el humano actúa
de una forma tan vil?
Preguntas que arden en la tierra,
siembran pánico en los nobles,
en las personas humildes
que van plantando semillas,
que germinan en valores
y son capaces de compartirlos.
El Hombre y la mujer
tan primitivos enfrentando
siempre con dañinas palabras,
uniones de verbos y sílabas
capaces de hundir al hermano.
Pero estas acciones
no reflejan temor,
al contrario refuerzan
el poder de estos
que viven del insulto,
de lo políticamente no recto,
mucho menos humano.
¿Qué se necesita para
hacer un cambio?
¿Para alcanzar la plenitud,
la unión sin discriminación?
El humano que va distinto
se siente atrapado,
persuadido por los viles,
aturdido por sus voces
cargadas de odio a sí mismos.
Somos pocos los que vemos,
los que sentimos distinto;
algunos poetas, algunos locos,
algún humano antiguo,
la mayoría con raíces viejas
que en su ramaje a un corren
las ideas de los sabios
que se enseñaron
hace algunos siglos o muchos;
por eso creemos en lo distinto,
para ver sonreír al prójimo,
para querer al semejante,
respetar su arte,
conocer sus defectos,
comprender errores.
¿Será posible caminar distinto?
¿Encontrar el equilibrio?