Olvidemos los párpados, los ojos, la mirada.
Olvidemos las bocas, los besos, el llamado.
Olvidemos la Lanza, la Herida, el Costado.
Olvidemos el Todo, el Nosotros y la Nada.
Olvidemos el Cielo y su catacumba de estrellas.
Olvidemos la noche donde te descubrí tiritando.
Olvidemos sol y luna (como nosotros) siempre yirando.
Olvidemos a Ruth y Psyche; olvidemos a todas Ellas.
Olvidemos las puertas, las aceras, las fachadas.
Olvidemos los perros, los gatos y sus dueños.
Olvidemos dormidos (o despertemos) de tus sueños.
Olvidemos las cartas que te dediqué firmadas.
Olvidemos a Dios y sus delirios de grandeza.
Olvidemos las clases, las intrigas, la poesía.
Olvidemos toda piedra o palabra, tuya o mía.
Olvidemos el frío, el calor y las tibiezas.
Olvidemos los juegos, las derrotas apostadas.
Olvidemos mis jaques, tus enroques, los empates.
Olvidemos bacanales, los banquetes y combates.
Olvidemos nuestra cama, las sábanas y almohadas.
Olvidemos el paraguas, olvidemos que ya es hora.
Olvidemos el reloj, olvidemos que no llueve.
Olvidemos nuestras penas, olvidemos \"Veintitrés cincuenta y nueve\".
Olvidemos tu puntualidad relativa, olvidemos mi absoluta demora.
Olvidemos mis pasos presurosos a tu altar.
Olvidemos el cuco que temiste siendo niño.
Olvidemos hojalata, olvidemos aluminio.
Olvidemos las alhajas más valiosas del ajuar.
Olvidemos los puntos, paréntesis y comas.
Olvidemos guiones, tus quiebres, mis sumatorias.
Olvidemos todo lo que guarden las memorias.
Olvidemos tus rimas, mis retrucos, nuestras bromas.
Olvidemos los espejos, laberintos y mis alas.
Olvidemos tu país, tus esquinas y tus muertos.
Olvidemos tu ciega corona, Rey de tuertos.
Olvidemos mis destellos, mis chalecos antibalas.
Olvidemos infinitos, Ouroboros y serpientes.
Olvidemos los bailes, la música, el escenario.
Olvidemos las paces, las guerrillas, el calvario.
Olvidemos mi lengua prisionera entre tus dientes.
Olvidemos el tiempo que llevamos pendulando.
Olvidemos corazones, olvidemos aquel arlequín.
Olvidemos nuestro fuego, olvidemos nuestro hollín.
Olvidemos las cenizas donde nos seguimos amando.
Olvidemos los metros de tela por cortar.
Olvidemos las ropas lavadas que destiñen.
Olvidemos mis manos si a tu cintura se ciñen.
Olvidemos que todo lo subido ha de bajar.
Olvidemos mi sombra, mi carne y mi nombre.
Olvidemos mis prestidigitaciones y golpes bajos.
Olvidemos tu credo, tu familia, tu trabajo.
Olvidémonos de mí, olvidemos que soy tu hombre.
Olvidemos para siempre que fue hermoso asesinarnos.
Olvidemos que en el otro cada quién hizo su hogar.
Olvidemos de una vez, olvidemos sin parar.
Olvidemos todo -¡rápido!-... para empezar a recordarnos.