¿Qué porque me siento tan feliz cuando me entrego a la lectura?
Desde que decidí no contener esa obsesión por leer tus pensamientos sin que te dieras cuenta, desde que me enamoré de esa virtud que tienes de guardar silencio para que pueda inspirarme con tu belleza, desde que decidí elegirte como la musa en esas horas de meditación he inspiración para componerte esas partituras que cantaríamos al unísono de la brisa o de las gotas de lluvia sobre el tejado en esas tardes en que el sol dejó de brillar para que tus ojos deslumbraran mi inspiración, desde ese día, adquirí una desenvoltura casi robótica para deslizar mis dedos en el papel convirtiendo en escritura todo el sentimiento que se desborda cuando te miro permitiéndome transformarlas en numen de mis vivencias.
¿Qué porque me siento tan alegre cuando de mi surge algo que puedo escribir con esa fluidez que me da la satisfacción de pensar que lo hice bien?
Todos esos ratos agradables degustando el mejor café suave de mi Colombia para escribirte el que creo será el mejor de mis poemas, y pienso que será el mejor porque le puse el alma para escribírtelo solo a ti, desde que me convertí en el hombre que duerme poco; pero que escribe mucho porque en las noches me siento más inspirado, ahora que de vez en cuando deshojo margaritas imaginables aun sabiendo que me sigues amando, hoy que al acariciarte lo hago con más delicadeza porque esa “locura de amor desenfrenado” pasó a ser “Amor verdadero” hoy que no recibo copas de vino ni cocteles para no derramarlos en la delicadez de lo que para mí representas, hoy cuando decidí declamarte poemas en vez de lanzarte flechas imaginarias cual cupido enamorado.
¿O que sentiré si un día de estos mis facultades mentales experimenten un estado patológico donde el debilitamiento físico y mental ya no me permita seguir escribiendo, componer un poema y declamártelo, que pasará cuando ya no pueda plasmar la inspiración que me haces brotar de lo más profundo de mí ser?.
¿Dejaré de hacerle resistencia a la senilidad que cada día me recorta la ventaja que me dio desde cuando era niño – Que sucederá cuando ya no pueda participar y vociferar en una cofradía y sostener fluidas tertulias con esos amigos que me visitan, o los que aun no conociendo personalmente me hacen la vida amena y llevadera en el intrincado mundo de las redes sociales?
¿Seguiré conteniendo la amenaza de un alzhéimer que me acecha como el más vil enemigo agazapado esperando el momento propicio para caer sobre lo que aún queda de ese eterno enamorado de la vida que un día con la ingenuidad del niño que aún me habita aprendió a dibujar garabatos en el cuaderno porque lo invadió la pretensión de aprender a escribir-Seguirá teniendo la misma esencia mi vida?
¿Podré seguir siendo el mismo si un día: estos treinta y cinco años en armonía permanente con tu vida interrumpieran la sinfonía que hemos bailado juntos experimentando los momentos más sublimes como los menos afortunados de nuestra unión.