Un día cualquiera;
comienzas andar tu camino,
dispuesto a llegar donde quieras.
Te pones coraza,
ya presto a enfrentar el destino!
Al llegar a la esquina
las mismas siluetas, los mismos rostros,
entre ellos una vecina
que comienza el día junto a los otros.
Cada mañana, el mismo paisaje,
cada cual lleva su prisa,
lucen con bravura y coraje
sus armaduras finas y lisas.
Al llegar al trabajo,
te colocas la máscara
aquella que sólo alegrías trajo
la del rostro tierno y sonrisa pícara.
Al finalizar la jornada,
ya sin coraza y sin máscara;
en la soledad que embriaga tu alma,
envuelta en el silencio mismo de la nada.
Disfrutas con gran placer!
la belleza de las cosas simples;
que en un día cualquiera has visto pasar.
Y lo guardas como una perla muy preciada
en lo más profundo de tu ser.
Alma Misionera
16/03/17