No lo presentí, pero jamás
había lastimado tanto
una despedida, esta despedida,
silencio lapidante, cruel,
indiferente y maldito,
similar a la desolación
que solo la muerte causa.
Nunca sabremos
si las decisiones
tomadas fueron
acertadas o justas,
porque nos quedan
los recuerdos y muchos sueños,
todos son pequeños demonios
que acuchillan el alma nada más,
en noches de instantes rápidos
pero eternos, resucitan
como zombies los sentimientos
y estas junto a mí
como siempre lo deseaba,
observando fijamente tu rostro,
grabándome
todos sus estéticos detalles,
aquella sonrisa loca,
y escuchando
las virtuosas palabras,
inocentes pero sabias,
todo lo recuerdo solo riéndome
mientras reprimidas
se quedan muchas caricias
que te quise seguir compartiendo,
reprimo muchos besos de furia,
quedan, solo las tinieblas
que separan hoy nuestras vidas
con tétrico desenlace
para mi temeroso espíritu
que solo llora y se lamenta,
ahogándose
en este fango de recuerdos,
desesperado sin saber nadar,
tratando de mantenerse a flote.