Érase un glorioso día
de primavera temprana;
el mundo resplandecía
bañado de luz dorada,
y chorros de energía
fluían sobre mi alma.
Gozo sin par yo sentía
en esa tibia mañana
mirando el azul del cielo,
pajarillos en las ramas,
niños jugando y riendo,
o ancianos con cachavas.
Y la fuerza me invadía
y asaz me estimulaba
a trabajar con alegría
entusiasmo y calma
Mas de pronto vi a Ramiro
un amigo de la infancia,
con la sonrisa caída
y sombras en la mirada,
pálida la tez cual muerto,
y la columna encorvada,
arrastrando sus grandes piés,
lentamente caminaba.
Un abrazo me dio al verme
y dos besos en la cara
Un espeluzno recorrió
de arriba abajo mi espalda
Sin tregua comenzó a narrar
con tristeza inusitada.
desdichas innumerables
infortunios y desgracias.
Un chasquido en mi cerebro
como una voz de alarma
me decía que huyese,
que mi salud peligraba.
Pero algo me impedía
correr a toda marcha
Sentía un frío intenso
y mis piernas flaqueaban
mientras, ví cómo a Ramiro
las mejillas sonrosaban
y una amplia sonrisa
aparecía en su cara.
Una luz iridiscente
sus ojos, iluminaba
y con pasos decididos,
muy tieso se alejaba
Yo me quedé sin fuerzas,
sin alegría y sin aura.
como un monigote gris
sin pensamiento ni alma
Ramiro era un vampiro
que energía succionaba
y le dejé que mi ánimo
con malas artes robara
Cúidense todos ustedes
de estos vampiros del Karma
que van robando la vida
mientras dan pena y lástima