Alguien que me salve.
Que me despierte de la angustia de no poseerme.
Que me enseñe que los muros pesan más
que las pobres palomas volando en su altura.
Quiero que mi soledad conteste por primera vez
quién soy.
Yo, el francotirador inasible,
el eco lejano de lo que fui.
Me inundan las máscaras, el olor de los moribundos.
El terror de encontrarme con ellos bebiendo
de la misma copa ácida su vino.
Si vinieron a matarme mátenme ya.
Pero que no me hagan tragar el humo vacío
que siempre llevan en su rostro.
Los odio porque alguna vez los amé.
Teñidos de mariposas venían a traicionarme.
Usurpaban cada lugar de mi corazón.
(De repente la lluvia regresa sobre el plantío;
te recibo, lluvia, y mi alma se llena de tí.)
Pero no sé si quiero que alguien me salve.
Los músicos con su canto -los viejos musicantes-
dirán el resto.
Yo soy un gato insolente que en la noche busca una mano pálida
que ondule mis sueños sin constancia
en aquella pequeña senda que fue mi casa desierta.
GuillermoO
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