Ni a mi peor enemigo,
le deseo terrible muerte,
prefiero que tenga la suerte,
de pena en vida su castigo.
Yo contra él tengo paciencia,
para esperar que pase por mi puerta,
pasarán años y será cierta,
la victoria de mi conciencia.
No es el primero
quien al final vence
y sonríe ganador.
Es el que llega entero
porque con su ejemplo convence
aún pareciendo perdedor.