En un sepulcro
de hermoso epitafio,
profane un espacio
bajo su melancólica
y abandonada escultura
para sepultar el amor,
un amor del cual
tuve que hacerme
cargo de sus exequias,
un amor
que entre mis brazos
descansa eternamente;
mi alma, con mucho dolor
y ternura, deposito
aquella bella esencia
que tanta fuerza,
que tanta vitalidad
le daba a mi existencia,
en el interior de un
pequeño hoyo excavado
con mis propias manos,
allí se quedaron
tan indefensas y muertas
todas las promesas,
las caricias, las pasiones,
los anhelos, los besos,
los profundos abrazos,
todo cuanto mi alma
y la tuya en el amor
nos otorgamos,
allí, también se quedaron
todas las ofensas,
todos los perdones,
todo aquello
que ya no necesito,
ni necesitas mas,
los vínculos materiales
que fortalecían
nuestro amor, también
se quedaban allí
como testigos mudos
de aquello tan especial
y esencial que alguna vez
existió, que tenia tanto
para otorgar.
En una tarde fría y gris,
fue sepultado
todo cuanto ame,
todo cuanto viví,
la esperanza, atónita
e impotente tras de mi
lo presenciaba todo,
jamás estuve solo
en aquel lugar,
el silencio y la soledad,
cada uno a mi lado
inmutados acompañaban
mi profundo dolor;
…con un hibrido
de sentimientos abstractos,
todo mi ser se estremecía
internamente, testigos
de mi atroz dolor sentí
a miles de almas en pena
rodear la mía, sintiéndome
similar a ellas en carne viva,
los recuerdos, como hojas
en otoño caían uno a uno
encerrados en cada lagrima
que de mis ojos brotaban
con tanto amor aun,
la melodía retumbante
de mi enfermo corazón
le daba el matiz perfecto
a este sepelio de amor.
En un sepulcro
de hermoso epitafio,
bajo su melancólica
y abandonada escultura
profane un espacio
para sepultar el amor,
allí se quedo todo
cuanto mi alma
y la tuya alguna vez
dimos vida,
allí, se quedo todo
cuanto tu ser
dio despiadada muerte,
fui el ultimo
en enterarme
de su agonía y deceso,
depositaste en mis brazos
al amor, al amar de los dos
ya sin vida alguna, tuve
que hacerme cargo
de las exequias,
y de todo lo demás
que sobrevino después,
cobijado con mucho cariño
bajo puñados de arena
adornado con un ramo
de rosas rojas,
sin regresar a mirar
me despedí para siempre
de todo cuanto alguna vez
fuiste, fui, tuve y tuvimos.
“Al pie de un sepulcro
de hermoso epitafio,
y su melancólica
abandonada escultura
como fiel testigo,
en un espacio profanado,
descansa eternamente
el amor, el amar
de un bello ser
que me amo, y al cual,
también ame
profundamente.”