Paciente lavo nostalgias.
Las enjabono con la tristeza, restregándolas con firmeza. Quiero que salga de ella cualquier tipo de impureza.
Con el agua del recuerdo las aclaro, la cual deja un perfume intenso a fresca melancolía.
Las extiendo sujetándolas con la rutina, pues el viento de la incomprensión, ahora mismo, es muy fuerte. ¡Bendita sea mi suerte!
El día gris, donde el sol brilla por su ausencia, promete no secarlas pronto. Total, no tengo ninguna urgencia.
Peino soledades mientras tanto, sentado a la orilla de mi existencia. Añoro aquella inocencia, que con el tiempo he perdido.
Sutil comienza a caer la lluvia, con ella refresco mi viso, arrecia al improviso. No me quedan fuerzas para levantarme.
Desnúdome en aquel paraje, mi cuerpo exhausto siente caer cada gota. Mi dolor aumenta, no se agota y me envuelve por completo.
Lágrimas abundantes brotan de mi corazón entumecido, al cielo clamo un gemido, mas solo silencio me rebota.
Busco, no encuentro.
Pregunto, no hay respuesta.
Aclamo, tiempo perdido.
Morir sería gran suerte, no le temo a la muerte, temo más al sin sentido.
Ahí quedo tendido, en medio de voraz momento. No opongo resistencia, me dejo llevar por la inercia y quedo ahí, en medio, rendido.