Se toman caminos
bordeando los ríos
Los recorro en su centro
me sumerjo en ellos
Me balanceo cual muñeca de trapo
tintineando en un solo acorde
Tambaleándome en el beso redondo
del cuenco que acuno en mis dedos
¿Quizás celestial?
¿Savia ardiente?
Dioses impasibles me observan
me llevan en brazos
Soy de repente
un baile derramado
un sueño imperfecto
aquel sorbo de vino
dulce
afrutado
intenso
de grandes cosechas
Vestíbulo que crucé
con ojos de vergel desnudo
cabellos diluviando en el cuello
Queda el templo del héroe que luchó victorias
el reino de la palabra en ciernes
aquel que calculó la bruma
Aún brota el canto
en las alas del bosque
en la encrucijada de lo que no se dijo...
El miedo no tiene piernas, tampoco futuro
Marcia Ottaviani
libro -Fuego alado-