Paloma P.P.

El ratoncito pérez

Carlitos es un niño de 7 años alegre y juguetón,

sus dientes de leche se van cayendo poco a poco,

cada día que se le cae uno va al baño a enjuagarse

y antes de acostarse lo coloca debajo de su almohada.

El lunes se le cayó el colmillo derecho de su encía inferior,

lo colocó bajo la almohada con una carta que ponía:

“Querido ratoncito Pérez, soy Carlitos y como he sido bueno

quiero que cambies mi colmillo por un camión eléctrico

para jugar y divertirme con él”.

Por la noche apareció el ratoncito Pérez cargando un saco de dientes,

le cambió el colmillo por el camión

se lo colocó debajo de la almohada,

se acercó al Carlitos para soplarle en la oreja y se fue corriendo.

Salía por la ventana con su saco y un duende lo transportaba volando en un avión,

donde iban el ratoncito Pérez con su equipaje cargado de juguetes y dinero

y el duende que pilotaba el avión de una casa a otra

para visitar otras casas dejando regalos a los niños.

El avión daba volteretas y volteretas por el aire,

haciendo círculos de distintos tamaños

y ambos se divertían y reían a carcajadas.

Al ratito Carlitos notó algo en su oreja derecha y se sobresaltó:

“Qué cosquilleo siento”.

Cogió el camión, lo desenvolvió y lo sacó del paquete,

estuvo jungando toda la mañana con el contento,

a la semana siguiente se le cayó la muela derecha

de su encía superior.

Puso el diente debajo de la almohada

y le dejó un trozo de queso al ratoncito

con una carta que decía:

Querido ratoncito cámbiame la muela

por un billete de 50 euros.

El ratoncito apareció y se comió todo el queso

dejando migajas de queso esparcidas en la cama.

Le dejó los 50 euros de premio y le dio un beso.

Cogió su avión y el duende le llevó a casa de Marta

que era una niña que le había dejado 5 dientes en la almohada

a cambio de un disfraz de princesa con la corona y el collar,

El ratoncito le colocó la corona y el collar

y la vistió de princesa.

Así se fue con su avión visitando a 20 niños por la noche,

a todos les dejó su regalo,

a cambio de recoger un montón de dientes.

A la mañana siguiente se fue a su casa

donde la ratoncita Pérez le esperaba

con un buen desayuno

y una buena cama donde dormían juntos,

vivían su historia de amor

y el ratoncito se sentía el ser más feliz del mundo.