Controla mi voz, mi instinto;
controla mis ojos mirar,
controla en mis pasos andar.
Mi mente se jacta, controla de mí, lo absoluto
su mando es total.
Sentir y pensar, hasta actuar.
Me inventa, deserta, me enrumba,
me dicta en equívoco que debo asir, inhibir, preservar, desechar.
Mis autómatas pies avanzan al ritmo que debo errar;
mi cuerpo en el todo no sabe rimar
y versa incorrecto el son día a día, hay que remontar.
Las horas se copan de niebla a ver si reclamo, le impugno, o vuelco hacia atrás
y el cansancio que llega, quedó de venir.
No aplazable es su cita; ni se ha de aplazar.
Los gestos, son pájaros que vuelan dispersos
o a ningún lado se van;
silentes miradas se escapan, su consuelo es decir
-allá afuera, hay ciertos de tantos, que temen seguir;
y uno que otro sujeto, creyendo vivir-.
El suspiro se exhala; y no hay, si los hay; ensayos que nulos,
que sobren, que falten; ¡Hay que decidir!
Mis sospechas susurran queriendo insinuar; que mente,
corazón y alma, a veces… no marchan al mismo lugar
si en el orden del día…precisa es la hora, del tortuoso bregar.