Me creía que a mis años
ya no me quedaban más obstáculos que derribar
salvo los que las enfermedades,
que ya es sabido que no son fáciles de salvar.
Pero, no, cada día salen a mi paso murallas que abatir
y ya no me quedan fuerzas para poderlas saltar.
Pese a mis escasas fuerzas trato de no dejarme
entre murallas apresar,
pero los malditos represores no dejan de aplicar
reprehensiones llenas de maldad.
También me salen al encuentro aquellas que un día no derribé
por carecer de fuerzas o por temores a hacer daño
a quien mi corazón no dejó de querer.
Hoy se vuelven contra mí aquellos miedos,
aquellos temores inexplicables
que solo se pueden comprender si se conoce la tiranía
de aquel ingrato poder.
Hoy me topo con las murallas del ayer
y con las de hoy que no son menos altas,
pese a todo me va la vida en poderlas vencer
a pesar de ser grandes atalayas
difíciles de reducir.
Puertas al campo de mi vida han puesto,
muchas abrí y tras mi cerré
a pesar de ser aquellos tiempos
en que nada era la mujer.
Campos me siguen poniendo
pues no terminan de comprender
que cuando un corazón se siente libre
es muy difícil poderlo retener.
Me creía que a mis años
ya no me quedaban más obstáculos
que derribar,
pero cada día me despierto
con más tapias que derrumbar.
Autora: Luisa Lestón Celorío
ASTURIAS - ESPAÑA -