Que callen las pistolas,
que hablen los labios,
que cesen los gritos de desahucio,
que hablen con sus besos
desnudos hasta los huesos,
y que olviden lo que no es bueno para la memoria.
Que brillen con las flores,
que amen sin discordia,
y que lean versos de miles de sabores.
Que luchen los esclavos contra los amos desalmados,
que amen su libertad cuando consigan escapar de esas guerras,
que vivan sus corazones empapados de lealtad hacia este mundo lleno de mierda.