Bendita la mañana
que me entrega su luz y su alegría,
bendita la ventana
que me permite ver un nuevo día.
Son bellos los colores
con los que vestí siempre el alma mía,
como ramos de flores
que mi alma enamorada te ofrecía.
Cuando llegue ese día
que deje los caminos terrenales,
solo te pediría
que a mi cuerpo lo acunen los trígales.