Perdóneme Usted si con la mirada
le arrebatare uno y hasta dos besos.
Si al caminar a su lado su falda
me impulsa a mirar sus pasos traviesos.
Perdóneme Usted lo que yo le diría
por el paso suave que en la banqueta
de la vía aquella, a la plena luz del día,
me inspira Usted por ser tan coqueta.
Repréndame Usted, o correspóndame.
Deje que mi mano esté en su cintura
y como en un abrazo escóndame
unido a su cuerpo y a mi locura.
Y si en sus labios pintados de ocasión
quisiera apegarme para ser muy feliz
en lo que ya fuera una conspiración
para en sus mejillas poner mi nariz.
Perdóneme, señora, otra vez Usted.
Deje de estirar su pequeña falda
en que fortuitamente dejé caer
presurosa mi insistente mirada.