Rosa etérea...
y melancólicamente breve,
que asaetada
por la espera...
herís la tarde
de inalterable dicha
y bendecido orgullo,
venceos tenue
en vuestro enaltecido
y epicúreo labio
y desnudad la tarde
de impura...
y deslazada
gracia
en el estanque
sublimado
del deseo.