Que agonía es esperar el mañana
y llegar al expiro inherente.
Olvidar la sociedad que me cohíbe.
¡Que se acabe la noche ardiente!
Que se prenda fuego el cielo
y que me alumbre, que con la noche ya me llevo,
la caída propia del subsistir
y la llegada al puro respiro.
Cerraré los ojos
para que sea rápido y eficaz.
No agradezcáis la ida del sobrante,
sino la ausencia del que contaba al hablar
cosas que por ignorancia apartasteis:
la realidad.