¡Cuánto, la desgracia, duele!
Grises ¡ayes! de agonía;
Pesada melancolía,
Cuando gente humilde muere;
El que tiene nunca quiere
Exponerse, garantía,
En su enorme cobardía,
Fuertes refugios adquiere;
Sin embargo, poco duran
Sus cuidados tan prolijos
Pues los males se acentúan
Y llegarán a sus hijos:
Y los que ahora se burlan
Mañana querrán cobijos…