Teníamos aquella primavera
que de rojos colores, se vestía
señal de la pasión que no dormía
en seres con amor como bandera.
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Yo con mis versos, tú con tu sonrisa
enviada por celeste serafín
un regalo bendito que por fin
logró entrar en mi mente muy aprisa.
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Hoy en cálido otoño, muy nostálgico
recordamos aquellos bellos días
acaricio tus manos con las mías
florece la ternura como el mágico
canto de celestiales querubines
que embellecen los campos de azucenas
donde saltan alegres las sirenas
que se esfuman bailando entre arlequines.
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