Frente al espejo, mientras
la verdad está conmigo,
él –insolente como es–
cree que me ha vencido.
A veces le doy la razón;
en especial, los domingos,
cuando me doy cuenta
cuánto cabello he perdido.
Pero su ironía sin nombre
desaparece en un chasquido
cuando inocente y curioso
entra a jugar mi angelito.
Ese aliento falaz de azufre
escapa despavorido,
no soporta que mi pequeño
juegue con sus soldaditos.
Frente al cruel espejo
mientras me maquillo
veo cómo se acerca
con sus pasos queditos.
Me sonríe y todo, entonces,
recobra su sentido.
Mami, juguemos
por favor un ratito:
tú eres la reina y…
… y tú mi salvador, hijito…
Ya no me importa cuánto
cabello he perdido,
o si él –insolente como es–
cree que me ha vencido.
Y aunque le dé la razón,
en especial los domingos,
sé que mi amado ángel
siempre estará conmigo…
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