Algo cambia -o perdura más que el ruido-:
Este crist(o/al) umbrío que somos, vitrofusionados,
Lamiendo fundiciones de corchea clueca,
Revo(l)cándonos los miocardios-
De+dos manos que suavemente te decapitan-
Tan abierto como una pregunta. Como santo hecho de hueso,
Desprendido como un guijarro del Muro de los Lamentos.
Regálame ese rayo envuelto en penumbras,
Volátil y diáfano, bajo la corriente marítima.
Despiértame con tu humo(r),
Para+citándonos esta ventisca lírica.
Desdícete sobre el terraplén de miradas intrigantes, pavorosas.
Y sangra, diestro y silencioso, escanciando en el intento.