Me siento como un poeta
sin gracia al versar.
Ínfimas cualidades
sin apenas dotar.
No soy como los de antes.
Soy de los malos
el propio acabar
De arte al escribir
escaso y desastre,
su entendimiento, inexistir.
Recuerdo intereses
y olvido la importancia,
pues me es más ameno
vivir en mi proyecto.
Lo tengo claro,
yo no destacaré de intelecto.
Mas si me considero buen conocedor,
estudioso, para el beneficio de mi conocimiento.
El raciocinio, lo llevo al extremo
y lo plasmo mejor en papel que en dialecto.
En el fondo,
yo mismo soy mi propio defecto.
Sufro a la vez múltiples
dificultades de atención
que se me agrandan con el paso del tiempo.
Esta, mi mayor perdición.
Cuando escribo,
me eximo de elegancia,
me falta madurez, crítica,
experiencia….
Si se me recuerda por algo,
(aparte de insistente enamorado
imposible de ambición amargo)
será por mi incapacidad
de acatar estructuras
y de normas del propio oficio.
A la vez, de esto consiste esto,
marcar mi propio estilo.