En la noche de la trilla de lágrimas,
el sueño más amado me fue desolando
donde inmóviles hojas atraparon el movimiento de los nidos,
la tarde en la que vino a esta oquedad
soñé la cercana gruta donde me nacía,
allá ya no esperaba a nadie,
acorralado por el miedo
comenzó a descubrirse luminoso y mío,
apartó melancólicas sombras,
el sueño fue resucitando,
al abrir los ojos ciertos incendios despertaron,
aunque su amor me enterrara sus uñas y sus dientes no me mutilaría,
sentí que aun dándome la muerte me daría la vida.