El destino levanto sus puentes y libero al tiempo
desparramo los días como hojas en torbellino
la aurora corono la brisa e invento firuletes ...
y las hilachas ya no fueron riestras de tristezas.
Flamearon los días que no pudieron ser mañanas
Y como quien habitualmente lo hace en cada aurora
el tiempo prisionero enrojeció sus mil caras
y con la espuma de la sangre despabilada
tiño de rojo las hilachas que ya no son viejas.
¡Oh luminoso tiempo con alas poderosas!
¡Cuántas aladas renacen en tus primaveras!
¡Cuántos gritos por el solo hecho de estar vivos!
¡Oh luminoso tiempo con pliegos de siembra!
Ya no hay cicatrices donde hubo heridas
solo un tenue surco blanco que recuerda
y un paño de seda en los laberintos de la memoria
para que no se llore en las orillas del naufragio.