Si acaso me ven y estoy ausente
con la mirada quieta,
con la sonrisa apenas,
las palabras se deslizan sin sentido,
cortando el viento
y mi pecho tal vez,
ahogando el llanto.
Si acaso mi rostro
tiene un dejo de dolor atravesado
y en mis ojos se asoma
la sombra de una espina,
déjenme vivir mi oscura pena,
no le eviten a mi alma la zozobra,
que así, apenitas,
va destilando las heridas,
que así, de poco a poco,
va vomitando el corazón
que marchitado
no le importa terminar a media calle,
sepultado en el olvido.