Amiga mía, quiero hablarte hoy
y decirte, si me es permitido hacerlo
todo lo que pienso y siento
Decirte quiero desde los más hondo
que a Dios elevo mis manos y digo:
gracias Señor por tan grande privilegio
de que ella me llame su amigo.
Han sido quizás pocos
los momentos compartidos
pero sí lo suficientes
para formar un lazo
que no ha de ser destruido
Cuan infinita alegría siento
de saber que llega un nuevo día
y que en la tierra existe
un ser como tú, amiga mía.
Quiero confesar por ti mi admiración.
Porque en tu ser encarnas
a una gran mujer,
llena de virtudes y encantos por do quier.
Cuanta dicha han de sentir los tuyos
de saberte a diario entre ellos.
Pues en ti habita un tesoro
más valioso que el oro y la plata
hallados en el universo.
Tu dirás que yo exagero
al expresar lo que pienso,
pero es que es tan difícil hallar
un ser humano como tú
aunque recorra el mundo entero.
Queden estas palabras
grabadas en tu corazón
cual grabada queda en el lienzo
la obra de un pintor.
Llévalas con tigo
donde quiera que estés
y nunca te olvides de este amigo
preciosísima mujer.
Juan José Castañeda Rodríguez