Ella estaba sentada
en un rincón de la sala
delante del inmenso cuadro
que algunos
miraban, queriendo justificar
comprender
lo que no podían decir
colores, rayas
y una letra A.
Ella, inmóvil
con expresión vacía
distante
correspondía a la obra
piernas cruzadas
de negro absoluto
manos detenidas
sobre la falda.
Quedé un tiempo
eterno
mirando
cuando ella
en un instante me mira
y se levanta
llegando a mi
preguntando si era yo
el autor
de ese cuadro abominable
que le molestaba
hasta sentada de espalda.
Así fue
como conocí a Leonor
mi mejor obra de arte.