Te convertiste, en mi fiel compañero,
Tan pequeño, iniciaba mi existencia,
Tu creciste conmigo, lo recuerdo,
Ambos envueltos, de tierna inocencia.
Retozando en los llanos, te miraba
Yo con tus saltos, bien me divertía,
De tres años robusto, relinchabas
corriendo en las praderas tu crecías.
Tu pelaje rojizo, te dio nombre,
Por eso te, llamamos colorín,
Tú avanzabas robusto, brioso y noble,
Siempre luciendo bella, negra crin
Solo con un lucero, por la frente,
no eras saíno, por esa distinción,
Eras de cinco años, tan grande y fuerte,
Mi fantasía miró, a un campeón.
Y de pronto ya tuve, seis de vida,
Te monté pronta, ya por vez primera,
Una hazaña para mi no vivida,
Iba llegando, ya la primavera
Logre vencer el miedo, del galope,
Íbamos avanzando con buen ritmo,
íbamos cabalgando, por el monte
Y miles de vivencias, compartimos
Mi padre me dio claras, instrucciones,
Que yo habría de darte, tu maíz,
Que tu siempre cenaras, cada noche,
Si yo quería, verte tan feliz
Todo caballo bueno, lo merece,
Muy buenas atenciones, de su dueño,
Tratado con esmero, te obedece
Con eso estás cumpliendo, bello sueño
Doce años en tus lomos, que alegría,
Ya me tuve que alejar, de dieciocho,
Ya tuve que irme lejos, aquel día,
Ya quedaste tan lejos, de mis ojos
Solamente me queda, tu recuerdo,
En mi mente se quedó, bien grabado,
Ya treinta y siete años, tan distante,
Yo sigo recordando, tu pasado.
Aquí formaste parte, de mi vida,
De aquel pasaje, por mí ya vivido,
Aquellos años, de la fantasía,
Y yo aunque pase tiempo, no te olvido.
Las lágrimas me brotan, recordando,
Que sucedió pasando los, dieciocho,
Si otro jinete, te siguó montando.
Ya no vives, llorando están mis ojos.