Amasar atardeceres contigo,
llegar a verte
con la despedida del sol,
encontrarte en el momento,
en que la luz se inclina
sobre el vientre del mar.
Minutos necesarios
para dejar mis pensamientos
enamorarse en tí,
volver a trenzar tu cabello
con mis besos,
uno a uno,
como quien siembra flores.
Decirte de la dicha,
y del sonido de tú corazón,
que tus ojos le cuenten
a los mios,
sus verdades de alegría,
sus recuerdos de aquella,
la primera vez.
Caminar con mis labios
por tu piel exterior,
acariciar con palabras
tu amor interior,
lo más blanco,
lo más sencillo,
lo más completo.
En los párpados,
sembrarte sueños,
llenar tu boca de esperanzas,
andarte desde norte a sur,
cosechando en el viaje
tus íntimos aromas,
la miel de tus cántaros;
fecundar tus prados.
Ya de tarde,
bajo el tiempo rojo de la noche,
alumbrarnos de ternuras
esparcidas sobre el lomo de la cama,
tu cediendo, yo cedido,
pactados los amaneceres,
desterrados todos los olvidos.