¿Por qué escondes tus ojos de mis ojos?,
¿por qué huyes de mí como un cobarde?
Habla claro, demuéstrame tu hombría
habla claro, no temas traicionarte.
¿Por qué agachas la testa coronada
con las astas divinas de tu padre
y rebufas como un morlaco herido
arrastrando la lengua por las calles?
Has probado tu propia medicina
y tu orgullo ha saltado por los aires,
y ahora yo pisoteo tus laureles
y me orino en tu cresta miserable.
No supiste lidiar como marido
ni tampoco has servido como amante,
tus faenas de aliño son muy pobres
y te falta estocada y buenas artes.
Tu trapío se acaba en los toriles
y al saltar a la arena te acobardas,
se te doblan las piernas de canguelo
¡Vete ya con los mansos al chiquero
que no sirves siquiera para carne!
que yo haré el paseíllo y vuelta al ruedo
con tus pobres trofeos como lastre.
Shemirramis (Jardines descolgados)