Serenidad es
esa escasa verdad que complementa una sonrisa,
royendo, aherrumbrando un disgusto
hasta volverlo cenizas.
Usted, cómplice y motivo de mis tranquilidades,
conoce mis serenismos
porque son sustanciales entre sus labios y los míos.
Cuando no quedan sures de los que hablar,
ni nortes tras los que correr,
surgen dulcemente envidiables los besos
y los caminos,
pequeñas grietas en la historia,
piedrecitas sin sentido que tejen el muro de la pasión.